Perdón Divino: Transforma tu Alma Hoy

Oh, Señor, Dios de misericordia, me acerco ante tu presencia con un corazón contrito y humillado. Reconozco que he pecado contra ti, contra tu santidad, y contra el amor que nos has mostrado. He sido rebelde, impío, y he actuado con maldad, apartándome de tus leyes y mandamientos. He desobedecido a tus siervos, los profetas, y he ignorado tus enseñanzas que se derraman como la lluvia y el rocío.

He albergado pensamientos perversos en mi corazón, permitiendo que la vanidad y la mentira se anidaran en mi interior. Mis labios han proferido palabras necias y ofensivas, y he sido rápido para criticar y juzgar a mi prójimo, olvidando que tú eres el único juez. He actuado con soberbia y orgullo, creyéndome justo, cuando mi justicia es como un trapo de inmundicia.

He fallado en mi compromiso de amarte con todo mi corazón y con toda mi alma, y he puesto mi confianza en mis propias fuerzas y entendimiento, olvidando que tú eres mi roca y mi refugio. He buscado la satisfacción en las cosas de este mundo, en riquezas mal habidas y placeres pasajeros, en lugar de buscar tu rostro y tu reino. He amado lo falso y la mentira, olvidando que tú eres el Dios de la verdad.

He sido negligente en mi deber de amar y servir a mi prójimo, he fallado en ser misericordioso y compasivo, y he albergado rencor en mi corazón. He descuidado a los pobres y necesitados, y no he extendido mi mano con generosidad. He actuado con mezquindad, viendo con malos ojos a mis hermanos. He sido tibio en mi fe y no he mantenido el celo por tu casa.

Te ruego, Señor, que perdones todos mis pecados, tanto los que he cometido con conocimiento como los que he cometido por ignorancia. Lávame con tu sangre preciosa, y límpiame de toda maldad. Crea en mí un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me despidas de tu presencia, ni quites de mí tu santo espíritu. Restaura en mí el gozo de tu salvación y dame un espíritu dispuesto a obedecerte.

Enséñame el buen camino para que lo siga, y ayúdame a apartarme del mal. Ayúdame a no desconfiar de mi temor a ti y no desprecies mi corazón contrito y humillado. Fortaléceme para resistir la tentación y para no volver a mis malos caminos. Hazme un instrumento de tu paz y de tu amor, y que mi vida sea un reflejo de tu gloria. Por tu gran misericordia, te lo ruego. Amén.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *