San José: Paz Familia Trabajo
Oración a San José

Oh, glorioso San José, esposo amado de María y padre adoptivo de Jesús, acudo a ti con humildad y confianza, reconociendo tu santidad y tu papel esencial en la historia de la salvación. Tú, que fuiste escogido por Dios para ser el custodio de la Sagrada Familia, escucha mi plegaria y extiéndeme tu protección paternal en este camino de la vida.
Como el justo José que aceptó la voluntad divina sin vacilación, así te pido que me concedas la gracia de aceptar los designios de Dios en mi vida, aun cuando parezcan difíciles o incomprensibles. Que, al igual que tú, pueda ser un instrumento de la paz y el amor de Dios en mi hogar y en mi comunidad. Que tu ejemplo de entrega y sacrificio me guíe en cada paso que doy, para que pueda honrar a Dios con mis acciones.
Tú, que fuiste un trabajador incansable, te ruego que intercedas ante el Señor por todos aquellos que buscan su sustento diario con honestidad y esfuerzo. Concede a los trabajadores la fortaleza y la sabiduría necesarias para cumplir con sus labores, y líbralos de la injusticia y la explotación. Que, al igual que el pueblo de Israel que trabajó en la construcción del tabernáculo, todos podamos ser dignos colaboradores de la obra divina.
San José, patrón de las familias, te encomiendo a mi propia familia y a todas las familias del mundo. Que el amor y la armonía reinen en nuestros hogares, y que podamos crecer juntos en la fe y la gracia de Dios. Ayúdanos a educar a nuestros hijos en los caminos de la verdad y la justicia, para que se conviertan en testigos del Evangelio en el mundo.
En ti deposito mi confianza, San José, para alcanzar una muerte feliz en la gracia de Dios. Concede a los que sufren la enfermedad o la vejez, la paz y la esperanza en el amor de nuestro Salvador. Que, al igual que los santos que entregaron sus vidas al servicio del Señor, podamos prepararnos para nuestro encuentro final con Dios. Que tu intercesión, junto con la de la Virgen María, nos acompañe en la hora de nuestra muerte.
San José, hombre de silencio y oración, te pido que me enseñes a buscar la presencia de Dios en mi vida diaria. Que, al igual que Jesús, quien se retiraba a orar en soledad, yo también pueda encontrar momentos de recogimiento para escuchar la voz de Dios en mi corazón. Que, a través de tu ejemplo, pueda aprender a confiar en la providencia divina y a abandonar mis temores y preocupaciones en sus manos. Amén.