¡Serena Armonía Hoy! San Francisco
Encontrar paz y armonía con la naturaleza por la guía de San Francisco de Asís: Oración
Oh, San Francisco de Asís, amado siervo del Altísimo, cuya vida fue un reflejo del amor divino y la reverencia por toda la creación, te invoco en este momento con humildad y devoción. Encontrar paz y armonía con la naturaleza por tu guía es mi mayor anhelo, pues así como los salmistas exaltaban la grandeza del Señor en su creación, mi alma anhela ser parte de esa misma armonía. Tú, que escuchaste la voz de Dios en el silbido apacible y delicado, guíame a escuchar su voz en el canto de los pájaros y en el murmullo del viento. Ayúdame a ver la creación como un templo vivo donde mora la divinidad.
Como dice el Salmo 148, ‘Alaben al Señor desde la tierra, monstruos marinos y todos los abismos, el fuego y el granizo, la nieve y la bruma, el viento huracanado que cumple su palabra’, enséñame a alabar a Dios en cada criatura, desde la más pequeña hormiga hasta el majestuoso león. Que mi corazón se llene de gratitud por la belleza que nos rodea y por la generosidad de la tierra que nos sustenta. Ayúdame a comprender que cada ser viviente tiene un propósito y un valor a los ojos de nuestro Creador.
San Francisco, tú que hablaste con los animales como hermanos y predicaste a las aves del cielo, enséñame a amar y respetar a cada ser viviente. Que mi trato hacia los animales sea un reflejo del amor y la compasión de Dios, tal como lo describe el salmista, ‘Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los seres humanos se refugian bajo la sombra de tus alas’ (Salmo 36:7). Que mi vida sea un testimonio del cuidado y la protección de la naturaleza, que todo lo que respire te alabe (Salmo 150).
Te pido, San Francisco de Asís, que me ayudes a encontrar paz y armonía con la naturaleza por tu guía, que en mi corazón habite la serenidad de la creación y que mi camino esté iluminado por la luz de la bondad y la misericordia. Que mi vida sea una oración constante de alabanza y agradecimiento por la belleza y la bondad del Señor. Que mi espíritu se eleve hacia la gloria divina, donde la paz y la armonía son eternas. Amén.
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