San Antonio: Objetos Perdidos Pareja Salud
Oración a San Antonio de Padua

Oh, glorioso San Antonio de Padua, amado siervo de Dios y fiel amigo de los necesitados, acudo a ti con humildad y confianza, reconociendo tu gran poder de intercesión ante el Señor. Tú, que fuiste dotado de dones especiales para ayudar a quienes te invocan, escucha mi súplica y extiende tu mano en mi auxilio.
Como predicador incansable del Evangelio, tu vida fue un testimonio de amor a Dios y al prójimo, y tu palabra iluminó los corazones de aquellos que te escuchaban. Te ruego que me concedas la gracia de comprender y vivir el mensaje de Cristo, para que pueda ser un testigo de su amor en el mundo. Que, al igual que los profetas que anunciaron la venida del Mesías, yo también pueda ser un instrumento de la verdad divina.
Tú, que eres famoso por encontrar objetos perdidos, te pido que me ayudes a encontrar aquello que he extraviado. Que, así como el pueblo de Israel encontró el arca del pacto, yo también pueda hallar lo que busco con tu ayuda. Pero, sobre todo, te suplico que me ayudes a encontrar el camino de la fe y la gracia de Dios, que son los tesoros más valiosos que puedo poseer.
San Antonio, protector de los enamorados, te ruego que intercedas ante el Señor por todos aquellos que anhelan encontrar un compañero de vida. Que, al igual que Isaac y Rebeca, puedan encontrar el amor verdadero que viene de Dios, y que sus relaciones estén construidas sobre la fe y el respeto mutuo. Que tu ejemplo de castidad y entrega me inspire a vivir el amor según la voluntad divina.
Te encomiendo también mi salud y mi bienestar general, pidiéndote que intercedas ante el Señor para que me libre de toda enfermedad y sufrimiento. Que, así como Ezequías fue sanado por Dios, yo también pueda recibir la curación que necesito. Que mi cuerpo y mi alma estén siempre sanos y fuertes para servir a Dios con alegría y generosidad.
San Antonio, modelo de caridad y humildad, te pido que me enseñes a amar a los demás como a mí mismo y a servir a los más necesitados con generosidad y compasión. Que, al igual que los primeros discípulos que compartieron sus bienes con los más pobres, yo también pueda ser un instrumento de la providencia divina para aquellos que sufren.
Con gratitud y esperanza, te entrego mi vida y mis preocupaciones, sabiendo que tu poderosa intercesión me acompañará en cada paso que doy. Que, a través de tu ejemplo y tu ayuda, pueda vivir en la gracia de Dios y alcanzar la felicidad eterna. Amén.